Abril 22, 2022
¿Por qué será que nos gusta tanto diagnosticar y robarnos la experiencia del otro?
“Tu lo que tienes es ________. Sé exactamente como te sientes porque a mi me pasó lo mismo.”
¿Te suena familiar?
Es como si nos costara estar frente al misterio de la vida.
Sentimos que si no encasillamos al otro en los compartimientos mentales que tenemos o si no encontramos en nuestro disco duro una experiencia suficientemente similar, perdemos el control.
Este hábito que menciono es de los mismos creadores de “pasar el kleenex rápido ante el primer asomo de lágrimas”. ¿Por qué nos incomodan las lágrimas? ¿Por qué será tan difícil estar frente a la experiencia del otro sin tener que ponerle rótulos y ofrecer soluciones?
Te tengo dos noticias. (Te dejo la tarea de rotularlas como buenas o malas o si simplemente puedas recibirlas como simples noticias.)
Ese control que creemos sentir al diagnosticar e identificarnos con la experiencia del otro es pasajero y sólo produce desconexión relacional.
La purita presencia es a veces lo único que necesita el otro. Produce conexión y no interrumpe el misterio y el fluir de la vida.
¿Qué pasaría si la próxima vez que estás a punto de diagnosticar o “robarte” lo que el otro está sintiendo, decides callar y estar con tu presencia?
Foto: Raymond Rasmusson
Descubrí a esta cantante, Mykia Jovan en un bar en Nuevo Orleans.
Es absolutamente deslumbrante y su canción After You´ve Gone no te la puedes perder.
Escúchala aquí.