Febrero 28, 2024
Hace poco fui invitada a hablar en el podcast Cómo Hackear tu Mente y muy hacia el final de la entrevista Manuelita me preguntó dentro del contexto del bienestar emocional, “¿cuál es la varita mágica?”. Con temor a no decir lo que se esperaba de mi pero incapaz de mentir, tuve que decir «no la hay».
No conozco a nadie que en tres simples pasos o con una “varita mágica” haya hecho transformaciones sostenibles en el tiempo. Pueden ser maneras de iniciar y de comenzar a hacer la tarea, pero no reemplazan el ejercicio juicioso de auto-observación, pausa, contemplación y responsabilidad que implica podernos pillar todo aquello que los demás pueden ver en nosotros, pero que para nosotros es la gran novedad cuando nos lo dicen. Los mal llamados, puntos ciegos.
Reconocer nuestra mitología personal y esas historias que se nos repiten no es suficiente si no exploramos todas las otras maneras que existen de responder a ellas y que implican “meterle el palo a la rueda” a nuestros hábitos.
Visitar las heridas a medias o con el afán que produce la incomodad de aquello que nos duele simplemente las deja agrandándose y solidificándose porque les urge ser vistas y tocadas con amor. De alguna manera, estas heridas se ilusionan cuando nos ven llegando con una sensación de derrota porque finalmente van a dejar de ser esas partes marginadas dentro de nosotros.
Crear el espacio interno para poder visitarlas, explorarlas y procesarlas es hacer la tarea. Si no lo hacemos, las heridas rápidamente detectan que no aguantamos la incomodidad de estar con ellas y saben que de nuevo les vamos a dar la espalda, vamos a subir a la superficie y vamos a seguir haciéndonos los “como si nada”.
Hacer la tarea no tiene que ser un camino tortuoso y es clave llenarlo de humor, profunda compasión, liviandad y oxígeno, con la certeza de que esa gran medicina que necesitamos generalmente se esconde detrás de la herida.
Foto: Jez Timms
Me encantó esta serie de entrevistas en Netflix Lead to Live. Especialmente la de Bryan Stevenson, por obvias razones.
Por pura curiosidad, te tocó verla para saber por qué me gustó tanto esa 🙂