“No conozco el valor, porque no conozco el miedo” -Von Sohn-
Este no es mi caso. Conozco el valor y es mi mayor aliado.
También conozco el miedo y lo conozco bien de cerca. O eso pensé, porque en este momento me tiene confundida.
Más allá de las justificaciones o excusas que existan para explicarlo, como por ejemplo que soy un 6 en el eneagrama, o que soy una Virgo con una enorme necesidad de vivir en la certeza, el miedo se ha convertido en parte de mi identidad. Hasta el punto de sentirme extraña en los momentos de confianza absoluta en los que no siento la necesidad de calmar mi mente para poder seguir. Con miedo. Pero seguir.
El problema es cuando el miedo se deja de pensar y se comienza a sentir. Me refiero al miedo que no podemos “terapiar” con programación neurolingüística, echando mano a las soluciones inmediatas que ofrece el movimiento Nueva Era, ni racionalizando lo irracional. El miedo que se siente primitivo, el que se siente cerca del chakra raíz, el que es visceral, ¡ese! es el que me tiene escribiendo estas líneas.
Por su visceralidad se hace muy difícil el proceso de destilarlo para poder saber si es intuición o físico y puro miedo.
Recuerdo que mi amiga Janine me decía que la manera de saber si era intuición o miedo era poder identificar qué había ocurrido primero en un nanosegundo: el pensamiento o la sensación en el cuerpo. Estoy segura de que con siglos de práctica se podría llegar a ese punto, pero yo no estoy ahí aún.
Por lo tanto, sigo con el mismo problema con el que comencé. Sin embargo, en mi intento de identificar si esto que siento es mi intuición gritando “¡No lo hagas!” he acudido a la medicina del conejo que nos recuerda que a veces nos podemos convertir en llamadores de miedos; el conejo le grita al águila “¡Tengo tanto miedo de ti! ¡No te me acerques!”. Si el águila no lo ha oído, el conejo grita más duro. -Jamie Sams y David Carson-
¿Me he convertido en una llamadora de miedos? Si quitara todos los miedos que siento y pudiera afirmar que nada de lo que temo va a pasar, ¿lo haría? Creo que sí y al final, creo que lo haré. Será la manera de afinar mi oído interno al lenguaje de mi intuición y al lenguaje que utiliza mi miedo cuando la tranquilidad que me ofrece mi zona de confort se siente amenazada.