Enero 24, 2022
¿Estabas a las 11:30 pm del 31 de diciembre con papel y lápiz escribiendo todos los deseos y promesas para el 2022?
¿List@ para quemar en la hoguera lo que querías dejar atrás y haciéndote “promesas de borrach@” sobre cómo sería todo distinto este año?
En la mayoría de los casos el impulso nos dura 2 semanitas y luego volvemos a nuestros hábitos de siempre con un tremendo agravante: sintiendo que no tenemos lo que se necesita para hacer esos cambios que tanto queremos en nuestras vidas.
Sin duda a equivocarme, te puedo asegurar que si tienes lo que se necesita para lograr eso que tanto deseas y que te prometes todos los 31 de diciembre. El truco está en desmenuzar ese propósito.
Tomemos como ejemplo el deseo de tener una vida con salud emocional, mental y física. Eso sólo se logra una decisión a la vez, haciéndote la pregunta ¿qué haría una persona con hábitos saludables en este momento?
¿Ver Netflix por horas u oír un podcast de un tema que me interesa?
¿Rondar por Facebook o leerme un libro?
¿Tomarme una coca-cola deliciosa y helada o tomarme un vaso de agua con limón?
A penas me despierto, ¿tomarme un momento para escribir mis sueños (si me acuerdo) y hacer tres respiraciones profundas o prender el celular y ponerme al día con lo que pasó mientras dormía?
No quiero sonar moralista ni mucho menos, no hay nada de malo con ver series ni en tomarse una coca-cola.
Mi invitación es a que sean decisiones conscientes y dejen de ser hábitos que llenan nuestra cotidianidad porque el sueño de ser ________ se siente inalcanzable.
¿Sabes cómo se come un elefante? ¡Un mordisco a la vez!
El otro día me dijeron: “Ana, estás obsesionada con la muerte”.
Respondí: “No, lo que estoy es obsesionada con la vida y para estarlo no puedo olvidar que voy a morir.”
Habiendo dicho esto, te recomiendo este libro: Las Muertes Chiquitas de Margarita Posada. Un compartir vulnerable y llenito de alma.