Marzo 08, 2021

Hoy leí un ensayo escrito por Daniel Goleman en el que habla sobre la psicología, la realidad y la consciencia.  

 

El escribe sobre como en el oriente, casi todas, si no todas las ramas psico-espirituales tienen un término para describir ese estado de conexión total con nosotros mismos y la fuente.  

 

Iluminación, liberación, despertar, budedidad, entre otros, se refieren a un estado de consciencia que tanto en el occidente como en la psicología tradicional es aún un misterio. Como buena ciencia que es la psicología, todo lo que no puedo explicar, lo desecha. 

 

Es increíble observar como en pleno siglo veintiuno todavía triunfe el impulso de patologizar cualquier intento que tenga el alma junto con el espíritu, de transcender nuestro ego y nuestro apego a la falsa identidad que nos mantiene desconectados de nuestra esencia, nuestros dones y la “tarea” que vinimos a hacer. 

 

Creo que la siguiente anécdota es un perfecto ejemplo. 

 

En 1913, la amistad entre Carl Jung y Sigmund Freud sufrió una ruptura definitiva cuando sus diferencias eran irrevocables. Los chismes cuentan que Jung comenzó a encontrar a Freud bastante dogmático y que a pesar de varios intentos, nunca logró convencerlo de que las experiencias numinosas (no-sensoriales y no-racionales) no necesariamente eran síntomas de patología. Desde el momento en que formalmente tomaron ramas distintas dentro de la psicología y el psicoanálisis, Jung se convirtió en el forastero y la corriente convencional de la psicología ha cuestionado la validez de su trabajo desde entonces. 

 

¡Qué curioso! Mientras que Jung incluye el término Individualización para describir algo similar a la iluminación psico-espiritual oriental, y el budismo ofrece una alternativa para terminar con el sufrimiento a través de alterar el proceso de nuestro estado de consciencia ordinario, Freud no veía una salida al sufrimiento aparte de aguantarlo.

 

Con todo esto lo que quiero decir es que nuestro sistema de creencias tiene un montón de filtros que adoptamos consciente e inconscientemente segun como nos han contado el cuento. La manera en que la psicología tradicional occidental nos ve, logra permear la manera en que nos vemos a nosotros mismos sin darnos cuenta. Esta nos ve como algo dañado que hay que arreglar. Tanto es así que no tiene un termino para describir ese estado de conexión total con nuestro ser y la fuente. Pareciera como si la psicología tradicional no pudiera ver nuestro mayor potencial y sigue siendo una continuación del sujeto-objeto que tanto nos ha desconectado del mundo no-humano y de los demás.