Dicen que sanar es hacer las paces con lo que es y lo que fue.

Sanar es dejar de resistirnos a la vida misma y entregarnos a la certeza de que eventualmente todos los puntos van a conectar, como si la vida fuera igual a ese juego en el que se deben conectar los puntos en orden con el fin de armar una figura.

Ojo que utilizo la palabra entrega y no rendición porque para mí la rendición es “de los mismos creadores” de la resignación.

Mira lo distinto que suena ´es lo que hay´ a ´es lo que es´.

¿Puedes sentir la energía de la resignación en ´lo que hay´ y la energía de entrega y aceptación en ´lo que es´?

Ahora, regresemos a la dignidad, un huesito que he estado masticando durante las últimas semanas con mucha intensidad; tanta que siento que es ella, la dignidad, la que me está masticando a mí.

He llegado a estos principios aclaratorios sobre qué es la dignidad para mí.

 🦎 Dignidad es respetarme a mí y respetar al otro. Pero sin lugar a dudas, primero respetarme.

🦎 Dignidad es honrarme a mí y honrar al otro. Pero primero, honrarme.

🦎 Dignidad es habitarme y estar presente frente al habitar del otro. Pero primero, habitarme.

🦎 Dignidad es ocupar mi lugar y ser testigo cuando el otro ocupa su lugar. Pero primero, ocuparme.

Al resignarme y decir “pues es lo que hay” olvido mi agencia, la responsabilidad conmigo misma, mis necesidades, mis valores y mi lugar en el mundo.

Al entregarme y decir “es lo que es” (ni bueno ni malo), me paro bien plantada en ambos pies y tengo una sensación de enraizamiento. Me habito en la certeza de que la vida no es algo que me ocurre como si yo fuera un agente pasivo, sino que es algo que elijo dignificar, que la vida es la experiencia misma de estar viva.

Y llegando a este punto me pregunto entonces: ¿Qué es dignidad para ti?

Foto: Merri J