Enero 29, 2024
La semana pasada mi santuario, mi refugio seguro, el lugar a donde subo todas las mañanas en un ejercicio de meditación en movimiento, ardía en llamas. Entre obsesionada y sobrepasada por la impotencia, me senté durante horas en mi ventana a ver esta desgarradora escena en primer plano pues vivo al frente de la montaña.
Lloraba y le pedía perdón a los árboles y a los animales por no poder hacer nada. Sentía vergüenza de ser humana, de ser parte de una humanidad que no ha sabido cuidar al planeta.
La impotencia me carcomía y la sensación de pérdida me sobrecogía.
Nunca me he sentido activista, ni feminista, ni que la resistencia en las calles me llame. Sin irme a la desconexión, frente a situaciones de injusticia, de marginación, de genocidio, de colapso climático me he quedado en el lugar de, sin mucha escapatoria por ser una persona altamente sensible, sentir intensamente desde el atestiguar.
Esta vez, supongo que por ser “mi montaña”, como me refiero siempre a ella, ser testigo desde mi ventana no se sintió suficiente. Me puse en acción y a pesar de mis limitaciones pues no soy bombera, recolecté elementos que estaban necesitando los héroes y heroínas que combatían el fuego y me puse al servicio de lo que se necesitara in situ.
Esto me ayudó a aliviar la sensación de impotencia, pues muchas veces por sentir que el problema es demasiado grande me quedo en la inacción al considerar que lo que sea que haga es demasiado insignificante.
Hoy me desperté masticando el huesito de que el activismo y la acción en general va mucho más allá de la resistencia, la bulla, la manifestación a viva voz de la inconformidad y la interrupción del sistema. Me desperté pensando que la acción es una manera de procesar el dolor.
Por primera vez lo que he estudiado con Joanna Macy, una maravillosa mujer que creó El Trabajo que Reconecta y con quien he hecho varios talleres, hizo click en mí. Entendí que a pesar de que ocupar el lugar que me corresponde como parte del gran tejido de la vida puede verse diferente cada vez, ese pulsar profundo de lo que me llama y me mueve no debe ser ignorado.
A su vez, el activismo adquirió una legitimización importante dentro de mi sistema de creencias como una manera de procesar el duelo.
Y tú ¿cómo procesas el dolor?
Me resisto a decir «es demasiado complicado» refiriéndome a lo que está ocurriendo en Palestina y utilizarlo como una excusa para no tomar una postura frente a la situación.
Me he dedicado a estudiar sobre el tema y por eso te quiero recomendar esta novela de Julia Navarro. Me parece un gran recurso para aprender y sensibilizarnos.