Octubre 22, 2022
Este último mes, dos personajes «públicos» han sido acribillados en redes sociales en Colombia.
Ambas por su imperfección humana.
Más allá del miedo a ser sometida al escrutinio público como estas dos mujeres, observo con mucha curiosidad lo que revela este ataque al otro sin ningún tipo de empatía. Es decir, la incapacidad de ponernos en los zapatos del otro.
Genuinamente creo que un camino para sanar en comunidad es que entre nosotros nos invitemos mutuamente a asumir responsabilidad por nuestras acciones y a reparar.
Desafortunadamente, esto no se logra desde el ataque. Es simplemente biológica y psicológicamente imposible. Mientras todos los dedos como flechas apuntan hacia nosotros, nuestro sistema se pone en posición de defensa y va a sobrevivir ¡cómo sea!
Es por eso que decir, “lo siento, cometí una falta y quiero reparar” se siente casi que como un acto kamikaze y el resultado que espera la sociedad a través del ataque, de la aniquilación y la cancelación, no llega nunca.
El mecanismo utilizado es el equivocado.
La invitación es a explorar:
¿Cuáles son mis motivos reales para sumarme al colectivo inquisidor? ¿qué me quita y que me pone?
¿Cómo puedo aprovechar aquello que veo en el otro como espejo para observar mi propia incoherencia?
¿Puedo aprovechar esto que desapruebo con todo mi ser en el otro para practicar la compasión, e incluso contemplar la posibilidad de que yo he hecho algo similar o que no estoy exenta de hacerlo?
Foto: Andre William
Con humildad y respeto abordo la medicina de los hongos y resueno un montón con su función de integrar lo que muere para transformarlo en vida.
Tuve el privilegio de estar en la premier de este documental cuando vivía en California. Escuchar a Paul Stamets fue realmente ¡fantástico!
Desde entonces lo recomiendo y ahora está en Netflix.